Llega la hora de cenar y te agarra la desesperación.
Después de todo el día trabajando y con los chicos, es normal que no tengas ganas de cocinar, ¡pero todos quieren comer!
Abrís la alacena, la heladera, el freezer, tenés que inventar algo a último momento.
Te enojás porque otra vez te pasa lo de todas las noches, ¡pero no es justo con vos misma!